Por: Elsa Cantu

Año 1995, en mis manos una de las primeros demos de “Panteón Rococó” en ese stand de (Base del Tajo) en el famoso tianguis del Chopo en la magnífica Ciudad de México, el resto sería historia… Estoy feliz de continuar con esa amistad musical, y poder fotografiarlos con mi lente durante las últimas 3 décadas, verlos crecer, brillar…

Si alguien les hubiera dicho a los miembros de Panteón Rococó en 1995 que todavía estarían en camino hacia los corazones de los fanáticos tres décadas después, probablemente se habrían reído y luego habrían escrito una canción al respecto. Pero aquí están, 30 años después, todavía haciendo que las multitudes salten, suden e (inevitablemente) pierdan al menos un zapato en el pozo del mosh.

Lo que comenzó como un grupo de amigos tocando ska en la Ciudad de México se ha convertido en una de las bandas más legendarias de América Latina. Su mezcla de ska, punk, reggae y letras políticas los ha convertido en la banda sonora de revoluciones y fiestas, a veces ambos al mismo tiempo.

Desde conciertos estudiantiles hasta escenarios internacionales.

Los primeros conciertos de Panteón Rococó fueron en escuelas y pequeños lugares, donde el mayor desafío no era vender boletos, sino esquivar vasos de cerveza volando y asegurarse de que el sistema de sonido no explotara a mitad del set. (Avance rápido) hasta hoy, han encabezado festivales masivos, han llenado estadios e incluso han tocado en Europa, demostrando que el ska no tiene fronteras.

30 años de golpes, sudor y moretones ocasionales

Seamos honestos, ningún concierto de Panteón Rococó está completo sin algunos ingredientes clave:

Una multitud que salta sin parar durante dos horas.

Alguien que pierde sus gafas cinco minutos después de la primera canción.

Ese tipo que se cree un campeón de baile de ska, pero en realidad solo está agitando peligrosamente.

Un coro de miles gritando “¡Esta noche… es nuestra!” Como si su vida dependiera de ello.

anciones como La Carencia, Vendedora de Caricias y La Dosis Perfecta se han convertido en himnos generacionales, tocados en fiestas en casa, protestas y bodas (porque nadie dice amor eterno, sin salir caminando por el pasillo)

¿Qué sigue? La fiesta no ha terminado!

Después de 30 años, la mayoría de la gente comienza a pensar en la jubilación, pero ¿Panteón Rococó? Se están recién calentando. Con una gira celebrando su aniversario y nueva música siempre en el horizonte, están demostrando que el ska nunca muere, solo se vuelve más fuerte.

Así que, ya sea que hayas sido un fan desde los años 90 o que los hayas descubierto la semana pasada, una cosa es segura: Panteón Rococó seguirá haciendo que el mundo baile, sude y crea en el poder del ska en los próximos años. Y para eso, les levantamos nuestra cerveza (con suerte no derramada): ¡Salud!.

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