Por Nash Madariaga
Si se tuviera que usar una sola palabra para describir lo que se vivió en el concierto de Morat en Chicago, sería MAGIA.
Magia de la buena; porque cuando juegas con las luces y le añades buena música y actitud, es imposible equivocarse.
Además de una magnifica presentación, el grupo musical logró conectar con su público de una manera muy personal e íntima y esto no solo se podía ver, se podía sentir en cada uno de sus fans coreando sus canciones, en los gritos de emoción, en los aplausos al ritmo de la música y en los saltos cargados de energía de todo un auditorio.
La pasión que proyectan en el escenario y la energía que cada uno de los integrantes de la banda transmite es única y cada uno, con su instrumento, nos muestra que, en la música como en la vida, es el conjunto de los diferentes matices los que crean los momentos más especiales.
Porque “Al aire” no sería lo mismo sin el Banjo, “Cuando nadie ve” no sería lo mismo sin las percusiones, “A dónde vamos” no sería lo mismo sin la guitarra, el bajo no sonaría igual sin la energía de Simón, Morat no sería lo mismo sin todos sus integrantes unidos en una sola voz y, definitivamente, nosotros no seriamos los mismos sin sus canciones.
Gracias Morat por una noche inolvidable.